El activista Yader Parajón sufrió una serie de torturas mientras fue preso político del régimen de Nicaragua. Es parte de la población LGBTI y eso le valió recibir un trato homofóbico y ser víctima de una dictadura «machista y patriarcal» que lo confinó en una celda de castigo. Fue apresado el cuatro de septiembre de 2021 en el puesto fronterizo de El Guasaule cuando intentaba viajar a El Salvador, y luego abordar un avión a Europa.
«Retírese de la fila, usted no puede seguir su viaje», fue la frase que le dijo un oficial de migración de Nicaragua. En ese momento inició un suplicio que lo mantuvo en prisión por 17 meses hasta que fue desterrado a Estados Unidos, desde donde nos cuenta vía telefónica los tratos crueles, inhumanos y degradantes que padeció.
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Parajón fue enviado del puesto fronterizo de El Guasaule a la estación policial de Somotillo, Chinandega. Luego fue entregado a las autoridades de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ). Fue víctima de amenazas, golpes y de acusaciones falsas como haber mantenido relaciones con líderes de la oposición, líderes juveniles y activistas de la diversidad sexual. Le dijeron que hablara o de ahí «iba a salir muerto».
La dictadura ya lo había apresado en abril de ese mismo año. Estuvo una semana preso. Fue liberado y la Policía comenzó el asedio a su negocio. Esa persecución influyó negativamente en sus ingresos, su vida social y educativa. Por esas razones decidió abandonar su vivienda por un año y medio y luego salir del país en busca de un futuro mejor.
«La asfixia económica y emocional me llevó a salir del país. Vivía una angustia día a día. Vivía en la clandestinidad, en casas de seguridad, de familia. No podía llegar a mi casa. Las pocas veces que fui lo hice entre las dos y las cuatro de la madrugada. Ese tipo de desgaste emocional también me motiva a salir», dijo Parajón.
La satanización a las personas de la diversidad sexual
El joven activista fue golpeado en la estación policial de Somotillo y en la delegación policial del Distrito III de Managua. Tres veces al día lo sacaban de la celda, la mayoría de las veces lo dejaban desnudo y pocas veces en bóxer, esposado con la manos hacia atrás, lo recostaban a la pared, le abrían las piernas a golpes hasta que no podía estirarlas más.
«Al final caía de espalda al suelo y me lastimaba. Me amenazaban que iban a traer (a la estación policial) a mi papá. Había una satanización por ser una persona diversa, aparte de los golpes físicos», relató.
En los interrogatorios le decían que hablara, que por su culpa su papá iba a estar preso. «Me decían que ser gay es malo, que es un demonio, que con cuántos hombres me había acostado, que con cuáles políticos había tenido relaciones sexuales. Me acusaban de tener rencillas personales por temas sexuales con otros jóvenes. Un sinnúmero de locuras. Me mencionaban la Biblia», recordó.
Parajón considera que el trato que recibió en la cárcel era «totalmente diferente» solo por ser gay. Nunca se le concedió salir de la celda de castigo aunque padeciera cualquier enfermedad. En su encierro sufrió crisis de ansiedad, estreñimiento, migraña y depresión, entre otras.
Durante el cautiverio decidió suspender la ingesta de alimentos sólidos e inició una huelga de hambre para exigir un trato digno y una celda más amplia.
«Odio a la diversidad es evidente»
El joven estuvo cautivo en una celda de dos metros cuadrados, con poca ventilación y luz intensa por 24 horas que no lo dejaba dormir. «El odio hacia la comunidad diversa es evidente en la estructura policial. Hubo comentarios machistas, misóginos, de burla de parte de la policía. Una vez pedí agua y un oficial me contestó ‘hasta que hablés como hombre te paso el agua’. Entonces yo le dije que ese comentario era machista, homofóbico y que me estaba violentando», explicó.
Parajón recuerda que los oficiales se burlaban de él y hacían comentarios sobre su forma de hablar, de dormir, de caminar, hasta por su forma de reírse. «Por ser una persona diversa eran más tardías mis visitas, se me negaban medicamentos, se restringía el acceso a patio sol, entre otras cosas», afirmó.
En la actualidad reside en Estados Unidos, donde fue desterrado junto a otros 221 presos políticos el nueve de febrero de 2023. Dice que vivió horas de incertidumbre y alegría cuando se enteró que era expulsado de Nicaragua aunque no sabía hacia dónde se dirigían, pero que cualquier lugar era mejor que la cárcel.
«Solo pensaba en ‘qué voy a hacer, no tengo ropa, quién me va recibir allá (EEUU)’. Los primeros momentos de ver por la ventana la velocidad del avión y cuando despega de la pista, te arranca una parte de tu alma y tu corazón. Yo sentí que me quitaron un cuarto de mi corazón, que me desgarraron el alma, cuando ese avión despegó. Me echaron de mi casa, de mi país, de mi familia, de mis ancestros, de mi comida, de mi acervo cultural… lloré», manifestó.
«Vivir en el destierro es sobrevivir en resilencia, trabajando para mantenerte, seguir hablando por la diversidad, insistir que somos un grupo sujeto de derechos. No dejo de hacer activismo y siempre trato de contar mi historia. Ortega sabe que hay muchas personas que vamos a seguir denunciando las cosas que se viven en las cárceles de Nicaragua», añadió.
Parajón trabaja actualmente en el área de mantenimiento de una farmacia a tiempo parcial. Dice que mantiene vivas las esperanzas de continuar luchando por la población LGBTI, por los nicaragüenses y su «amado país», Nicaragua.
El activista envió un mensaje al tirano y a la oposición: «nuestra comunidad diversa está presente en estos hechos históricos y va a seguir estando presente, de manera organizada, articulada, propositiva y dialogante, porque la lucha de abril también es diversa. Somos personas que podemos aportar en la construcción de nuestra Nicaragua y que estamos aportando desde ya. No vamos a seguir siendo del espectro de las minorías».
¿Quién es Yader Parajón?
Yader Parajón es hermano de Jimmy José Parajón Gutiérrez, asesinado el 11 de mayo de 2018, durante las protestas sociales contra el régimen de Ortega. Yader era estudiante de la carrera de psicología en la Universidad Centroamericana (UCA).
Yader Parajón fue acusado por el Ministerio Público, al servicio de Daniel Ortega y Rosario Murillo, por el supuesto delito de «conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional», amparado en la polémica Ley 1055 o Ley de Soberanía y por violar la Ley 1042, Ley Especial de Ciberdelitos por propagar «noticias falsas».
El activista político estaba pagando una condena de 10 años de prisión. La jueza Décimo Tercero Penal de Juicio, Ulisa Yahoska Tapia Silva, también lo inhibió para ejercer cargos públicos. El joven es integrante de Unamos y de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).